Hace unos días, el 12 de junio, un brutal atentado en Orlando (Estados Unidos) acabó con la vida de 50 personas que pasaban la noche de fiesta en una discoteca. Lamento mucho las muertes de estas personas y transmito mi pesar a sus familiares y amigos. La gran mayoría de las victimas eran homosexuales.
Hace unos meses, el 10 de febrero, un brutal atentado en Borno (Nigeria) acabó con la vida de más de 51 personas que hacían cola para el desayuno en un campo de refugiados. Lamento mucho las muertes de estas personas y transmito mi pesar a sus familiares y amigos. La gran mayoría de las victimas eran cristianos.
Las primeras palabras de los cuatro candidatos a presidentes en el reciente debate electoral fueron de apoyo a la comunidad homosexual y de lamento por el ataque que habían recibido (aunque Rajoy, tan ambiguo como siempre, no dejo claro su punto de vista). Hicieron bien, pues no debemos permitir que maten a las personas por tener una determinada orientación sexual.
No recuerdo muchas palabras de apoyo por parte de estos mismo políticos a la comunidad cristiana ni de lamento por los constantes ataques recibidos en los últimos años tanto en Nigeria como en Siria, Egipto, Afganistán (entre otros países de África y Asia). Y hacen mal, pues no debemos permitir que maten a las personas por tener una determinada creencia religiosa.
Esta tarde, la comunidad de Madrid ha puesto en los balcones banderas arco-iris con crespones negros en señal de luto y como muestra de apoyo a la comunidad homosexual. Los reyes de España han ido a la embajada norteamericana y han firmado en el libro de condolencias apelando a la unidad contra el terror tras los atentados de Orlando.
Sin embargo, no recuerdo ninguna comunidad autónoma que colocara en sus balcones algún crucifijo u otro símbolo cristiano como señal de apoyo a la comunidad cristiana ni ninguna muestra luto. Tampoco recuerdo a mis reyes firmando en ningún libro de ninguna embajada lamentando la muerte de ningún cristiano.
Yo lamento por igual unas muertes que otras. Me cansan las dobles varas de medir para los vivos, pero me repugnan cuando se aplican a los muertos. Soy un cristiano que lamenta tanto el asesinato a homosexuales como el asesinato a cristianos, pero me apena ver como los cristianos lloramos solos a nuestros muertos.
