En el libro El Síndrome del Pajar, Eliyahu Goldratt reflexiona sobre algunos criterios que las
empresas tienen en cuenta para organizar el trabajo de sus operarios. En tres
ocasiones, páginas 26, 28 y 145, escribe en mayúsculas este párrafo:
Goldratt, Teoría de las Limitaciones |
DIME COMO ME EVALÚAS, Y TE DIRÉ COMO ME VOY A COMPORTAR. SI
TU ME EVALÚAS DE FORMA ILÓGICA… NO TE QUEJES POR COMPORTAMIENTOS ILÓGICOS.
Y más adelante, en la página 88 y también todo en mayúsculas,
completa:
CAMBIA MIS CRITERIOS DE EVALUACIÓN POR UNOS NUEVOS, QUE YO
NO ENTIENDO DEL TODO, Y NADIE SABRÁ COMO ME COMPORTARÉ, NI SIQUIERA YO.
Esto es cierto prácticamente siempre. Me vienen a la mente
algunos entornos en los que es especialmente significativo el cambio de
comportamiento que genera el cambio de criterios.
El primero de ellos es la Universidad. A los profesores-investigadores
de Universidad en algunos ámbitos, se les está valorando por el NÚMERO de
publicaciones científicas. Exagerando un poco, podríamos decir que no importa
el interés que la investigación pueda tener para la sociedad en general o para
los alumnos universitarios en particular. Lo importante es el número. Ya he hablado con varios profesores de cierta
edad, que lamentan la picaresca por parte de los jóvenes más necesitados de
publicar. Publican más, pero no contribuyen mucho al avance de la ciencia.
También importa el IMPACTO de la publicación, pero para todo hay un atajo. Si
queremos que esto cambie, es necesario cambiar la forma de evaluar, cambiar los
criterios de medida.
Otro ámbito de la vida muy marcado con esta “ley universal”
tiene que ver con la salud de la democracia. En todos los países democráticos,
los miembros del congreso saben que le deben su escaño a quien los eligen. Por
lo tanto, deben legislar conforme a los intereses de aquellos que los eligen, tanto
por el interés general (es el mandato que han recibido), como por el interés
personal (quieren volver a ser elegidos).
Si el político es elegido por los ciudadanos de su distrito
(barrio, ciudad, provincia) estos serán sus “jefes” y procurará hacer lo mejor
para ellos. Es lo que ocurre en muchos países. Pero en España el diputado es elegido por el “comité
electoral” del partido, que lo incluye en una lista cerrada, la cual el
ciudadano no puede modificar el día de las elecciones generales. El diputado
sabe que su “jefe” es el partido. Esta es la causa raíz de muchos
comportamientos tan duramente criticados en los últimos años (como la
disciplina de voto). Si queremos que esto cambie, en necesario cambiar la ley
electoral.
Cuanto antes, mejor.
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