Amar a Dios, honrar a padre y madre, no robar, no matar, no cometer actos impuros, etc...
Las personas de fe que tenemos en consideración la Palabra de Dios debemos esforzarnos en cumplir estos mandamientos por que nos ayudarán a ser felices y a ganarnos la vida eterna.
Pero esta ley también es importante para los no creyentes, pues habla de la esencia del ser humano y está en la base de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948.

El mundo sería más humano si se cumplieran los Mandamientos. No es una cuestión de fe o de religión. Se trata de dignidad humana, de Derechos Humanos. Los que no tienen fe, incluso los que están en contra de las religiones deben reconocer en estos mandatos un buen camino para construir un mundo más justo, más digno, más humano.